Los retos a los que se enfrenta el sector de las infraestructuras no dejan de aumentar en un contexto económico y social cada vez más complicado. Su papel en la recuperación del país es decisivo, ya que genera actividad económica inducida, proporciona un retorno fiscal a las administraciones públicas y crea empleo, sin olvidar los beneficios sociales que aporta.
Ahora es la Nueva Generación la que promete salvar al sector tras años de la reciente sequía inversora que ha sufrido. La inyección económica de Bruselas también permitirá cumplir con la Agenda 2030 donde las infraestructuras son protagonistas en 6 de sus 17 objetivos.
España tiene muchas empresas que están entre las mejores del mundo, lo que aumenta la productividad de la economía. Sólo la actividad de la construcción representa aproximadamente el 5% del PIB, pero ahora lo importante es su efecto a largo plazo, en muchos aspectos, sobre todo en el de la sostenibilidad: Tiene un efecto multiplicador siempre que las infraestructuras estén bien diseñadas y tengan sentido. En otras palabras, ¡es el momento de optimizar todo lo que se ha hecho!